Artes Plásticas

Esta promoción de artistas fue denominada con este nombre por el crítico Antonio Romera: “Este núcleo lo designo Generación de 1940, por ser ese el año en el cual se produce la plena eclosión de casi todos sus componentes. El comienzo de la década del 40 marca el periodo decisivo señalado por el fin de 1os estudios y 1os primeros envíos a salones y exposiciones individuales”, sostiene además que desarrollaron “… su labor con un absorbente espíritu gremial. Son 1os días de plenitud de la Facultad de Bellas Artes y de su agregado, el Instituto de Extensión de Artes Plásticas, organizador de salones y envíos de obras artísticas al extranjero”.
La Generación del 40, aparece en la escena artística chilena de mediados del siglo XX como la última manifestación de 1os postulados básicos del Postimpresionismo, suavizando la intensidad y potencia cromática de la pintura fauvista, sin llegar a la angustia y melancolía de las formas, que caracterizó al Expresionismo alemán.
Luego de la profunda crisis política y social que vivió Chile a partir de la gran depresión internacional de 1929, el país recuperó cierta estabilidad institucional, durante el segundo gobierno de Arturo Alessandri (1932-1938) y la presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941). Los problemas sociales fueron enfrentados a través de una política social y la promulgación de un conjunto de leyes a favor de los trabajadores. A partir de 1930 se comenzó a desarrollar una economía industrial de carácter nacionalista, apoyada por la acción estatal.
Este periodo se caracterizó por: “El repliegue y la interiorización del proceso histórico, destinado a reexaminar y repensar 1as estructuras básicas del país” (Galaz 227), reexaminación que se extendió también al campo artístico y a los artistas, respecto a las influencias foráneas; se interrumpieron los viajes de pintores al extranjero, para dar paso a un “…replanteamiento de las concepciones estéticas que se habían asimilado tan de prisa” (Galaz 228).
El “repliegue artístico” se evidenció en dos campos fundamentales: el temático, a través de un retorno al paisaje, fuente por excelencia de la pintura chilena; y la técnica, influenciada por las prácticas del Postimpresionismo, apelando al uso de colores saturados, pinceladas rápidas y el tratamiento pastoso del pigmento sobre la tela. No obstante, el alejamiento de la reproducción mimética ya se había consolidado en las décadas precedentes, la necesidad expresiva se fundamentó en las vivencias entregadas por la contemplación de la naturaleza. En tanto, el retorno al paisaje que experimentó la pintura nacional durante este periodo, implicaba una manera distinta de percibir la naturaleza, debilitando su dependencia, para dar paso a al color y la expresión como protagonistas.
Ese es el espíritu estético y modo de ver y plasmar la naturaleza que caracterizó a los artistas representantes de esta Generación. Algunos de los pintores vinculados a ella son: Israel Roa, Carlos Pedraza, Sergio Montecino, Aída Poblete, Ximena Cristi, Luis Lobo, Fernando Morales y Tole Peralta; Gaspar Galaz incluye además a Maruja Pinedo y Francisco Otta. Las obras de los representantes de la Generación del 40 se caracterizaron por una expresión intimista del modelo, en que el pintor se relacionaba de forma afectiva con lo real, acentuando la subjetividad, pero sin renegar de la realidad exterior como fuente de inspiración. “La Generación del 40 se sitúa en el límite justo entre el yo y el no yo” (Galaz 229)