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Leonardo da Vinci, genio del Renacimiento

Leonardo nació el 15 de abril de 1452, en el pueblito de Vinci ubicado en las laderas del monte Albano, región de Toscana, Italia. Fue pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, científico, escritor, filósofo, inventor, músico, poeta y urbanista. Hijo ilegítimo de un noble y una joven campesina llamada Caterina, desde muy pequeño su padre decidió que viviera con él y al observar su talento en el dibujo, cuando tenía 15 años lo llevó a Florencia y lo instaló en el taller de Andrea del Verrocchio, uno de los más afamados maestros de entonces y donde probablemente realizó su primera colaboración como pintor, interviniendo unos de los ángeles del cuadro Bautismo de Cristo, hoy en Galleria degli Uffizi, Florencia.

Desde mediados del siglo XV, esta ciudad se convirtió en un sitio ideal para el desarrollo de las artes, por ello, fue el lugar perfecto para que el joven Leonardo desplegara todo su talento, no solo a través del dibujo, ya que también incursionó en el diseño de modernas maquinarias que inspiraron muchas de las tecnologías que hoy conocemos y armas, transformándolo en un importante ingeniero militar de su época. 

Giorgio Vasari, uno de los primeros historiadores del arte de la época moderna y biógrafo de muchos artistas del Renacimiento,  lo describe en sus textos como un hombre dotado de una gran belleza física, de maneras distinguidas y elegantes, con su atavío siempre cuidado y de buen gusto lo que, sumado a su talento en la música y la poesía, hacían de él un prototipo del hombre renacentista.

De su faceta artística sobresale la universalmente célebre Santa cena, más conocida como La última cena, mural de pintura al temple y óleo sobre yeso, que realizó entre los años 1495 y 1498, para la congregación dominica en la Iglesia de Santa María de las Gracias, en Milán. La conservación de esta obra y sus muchas restauraciones han sido complejas debido a la técnica utilizada. La última se realizó en 1999 recurriendo a las más avanzadas tecnologías, que permitieron recuperar en parte el color original.

Otra de sus obras mundialmente conocidas es La Gioconda, máxima creación de la pintura universal, que hoy se exhibe en el Museo del Louvre, en París, Francia. A este óleo de formato pequeño dedicó más de cuatro años y corresponde al encargo del acaudalado comerciante de Florencia, Francesco del Giocondo, quien solicitó el retrato de su mujer, Lisa Gherardini, afamada popularmente como Mona Lisa.

Vasari también se refiere a esta pintura en sus escritos: “el brillo húmedo de los ojos, los lívidos rosados, las cejas, la nariz, que parece viva”. Leonardo pintó pocos cuadros, dejando la mayoría inconclusos o retocados por sus discípulos.

Cuando se autoexilió en Francia, La Gioconda fue una de las pocas obras que llevó consigo y ante los reiterados pedidos del Francisco I, su protector  y mecenas, para que se lo vendiera, pidió un alto precio al monarca antes de cederla, quien lo colgó como la única pintura en su aposento.

A lo largo de su vida y obras es posible descubrir cómo conjugó ciencia y arte, investigando la física atmosférica y la óptica, a través de la observación de los cambios del color y de la nitidez de las formas en relación a la distancia, lo que plasmó en la pintura, con un trabajo de perspectiva y graduación de la luz, que lo llevó a desarrollar una técnica conocida como sfumato, que consistía en la difuminación de los contornos de las figuras sobre el fondo, generando un efecto de profundidad.

Su curiosidad insaciable y febril inventiva lo motivaron a estudiar el patrón de vuelo de las aves y diseñar algunas de las primeras máquinas de volar. El estudio del cuerpo humano fue otra de sus pasiones, quedó plasmado en Hombre dl Vitrubio, dibujo en el cual están contenidas las medidas y proporciones del cuerpo humano de acuerdo a un equilibrio perfecto de las partes.

De sus inventos
En el área de la ciencia, según Fritjof Capra, doctor en Física Teórica de la Universidad de Viena, Austria, Leonardo fue el padre no reconocido de la ciencia. El autor explica que abordó el conocimiento científico desde la mirada del artista, estudió óptica, la naturaleza de la luz y todas las funciones del corazón y del sistema circulatorio, los que están registrados en las más de seis mil páginas de notas realizadas por éste.

Da Vinci diseñó un prototipo de helicóptero que llamó “Tornillo Aéreo”, además del paracaídas, dejando escrita las dimensiones que debería tener. En 1480 construyó un prototipo de lo que sería el actual automóvil y la escafandra con tubo de oxígeno.

Durante su vida habitó en distintas ciudades de Italia: Florencia, Mantua, Venecia, Milán y  Roma. A los 65 años decidió retirarse de la vida activa y en 1516 se trasladó a  la región francesa de Amboise, en el Castillo de Cloux Lase, bajo la protección de Francisco I. Su salud estaba deteriorada, tenía el brazo derecho paralizado y gracias, a su condición de ambidiestro, continuó dibujando. Falleció a los 67 años y fue sepultado en la Capilla de San Huberto del Castillo de Amboise, Francia.