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Igor Stravinski, una celebridad musical del siglo XX

Igor Stravinski fue uno de los compositores más connotados del siglo XX,  considerado por la revista Time, una de las personalidades más influyentes de ese período. “Artífice de una obra extensa, variadísima, realizada con excepcional pericia, caracterizada por una peculiar vitalidad, por el amor al cuerpo, la danza y la materia sonora, con una poética singular y una confluencia única de gustos e ingredientes”, explica el crítico de música uruguayo, Guilherme de Alencar Pinto, en su blog.

Nació el 17 de junio de 1882 en Oranienbaum, localidad ubicada a 60 kilómetros de San Petersburgo, Rusia. Fue el tercero de los cuatro hijos del matrimonio compuesto por Fiódor, un renombrado barítono de la ópera imperial en el Teatro Mariinski y Anna, una pianista talentosa. Su primera lección de piano la tuvo a los nueve años, más tarde estudió derecho en la Universidad de San Petersburgo, opción que pronto cambió por la composición musical.

Su trabajo se puede clasificar en tres períodos: ruso, neoclásico y de series. “Entre sus primeras obras encontramos la Sonata para piano en fa sostenido menor, compuesta entre 1903 y 1904”, explica el portal Historia de la sinfonía.

En 1906 contrajo matrimonio con su prima Yekaterina Nosenko. A comienzos de la década de 1920 se enamoró de la actriz Vera de Bosset Soudeikine, con quien contrajo matrimonio en 1940, después de la muerte de su primera mujer con quien tuvo tres hijos, uno de ellos, Soulima, también fue compositor, pero no alcanzó la fama de su padre.

A los 20 años se convirtió en discípulo de Rimsky-Kórsakov, compositor, director de orquesta y pedagogo ruso. Junto a él estudió composición, orquestación y se perfeccionó en materias teóricas. Luego, una de sus obras impresionó a Serguei Diaghilev, un destacado empresario ruso, fundador de los Ballets Rusos, una célebre compañía creada en 1907 de la que surgieron famosos bailarines y coreógrafos, quien le encargó varias orquestaciones y un ballet: El pájaro de fuego. 

En 1910 dejó Rusia y viajó a París,  para el estreno de su ballet, considerado  perfecto para el público de la belle époque. Además, creó dos piezas para los Ballets Rusos, Petrushka (1911) con una fuerte influencia de melodías folclóricas. Gracias a su éxito, pasó a ser parte del jet set artístico-intelectual parisino. Era amigo de los compositores: Claude  Debussy, Maurice  Ravel y Erik Satie; el pintor Pablo Picasso y el poeta Jean Cocteau. La segunda pieza fue La consagración de la primavera (1913). 

Radicado en París, producto de la Gran Guerra, donde su hermano menor murió en el Frente Oriental, se trasladó a Suiza, ahí compuso Historia del soldado (1918) para siete instrumentistas, tres actores y una bailarina. En 1920 regresó a París y en 1939 dejó Europa y se trasladó a Hollywood, Estados Unidos, nacionalizándose diciembre de 1945. 

De esta época destacan Circus Polka (1942); Danzas concertantes (1942); Escenas de ballet (1944) y El progreso del libertino (1951), obra que puede ser calificada como la culminación de su periodo neoclásico. 

En 1962 visitó la Unión Soviética después de 50 años de exilio. Su última composición fue el Réquiem Canticles (1966). 

En 1987, con 80 años y totalmente debilitado de salud, dirigió su última grabación. Falleció a los 88 años en Nueva York y fue sepultado en Venecia, Italia.

La vida de este icónico compositor atravesó la mayor parte del siglo XX, incluyendo varios estilos, paralelamente, su obra influyó a muchos compositores. La destacada escritora estadounidense Susan Sontagm, autora de Sobre la fotografía (1977) entre otros textos, testimonió en un artículo para el New Yorker: “Yo acumulaba dioses. Lo que Stravinski era para mí en música pasó a serlo Thomas Mann en literatura”.

Hoy, una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, recuerda a Igor  Stravinski, quien nació hace 140 años, para entregar su talento a toda la humanidad.