Pier Paolo Pasolini, un legado que aún perdura

Pier Paolo Pasolini, fue un artista versátil y multidisciplinario; poeta, actor, director, guionista, escritor y dramaturgo, logró canalizar los trágicos episodios que salpicaron su vida, plasmándolos con genialidad en sus obras. Siempre atento a los cambios de la sociedad italiana de la Posguerra y hasta mediados de la década de 1970, manifestó una posición crítica respecto a las costumbres burguesas y la emergente sociedad de consumo, ante el movimiento sociocultural del 68 italiano y sus protagonistas. Conocido mundialmente por sus trabajos cinematográficos, sin duda, es el cineasta italiano más aclamado del siglo XX.
Nació en Bolonia, Italia, el 5 de marzo de 1922 viviendo su infancia y adolescencia en distintas ciudades, entre ellas Parma y Conegliano, en el norte del país. Hijo de Carlo Alberto Pasolini, un teniente del ejército italiano alcohólico y ludópata y de Susanna Colussi, maestra de escuela, por quien sintió una profunda admiración, a tal punto que le dio el papel de María en Il Vangelo secondo Matteo; tuvo un hermano menor, Guido Alberto, quien y murió asesinado durante la guerra. Cuando tenía siete años descubrió su pasión por la escritura y plasmó sus primeros versos, inspirados en simples aspectos de la naturaleza que observaba durante los veranos transcurridos en casa de su familia materna, en Casarsa della Delizia, región de Friuli.
En 1939, con solo 17 años, entró a la Facultad de Letras de la Universidad de Bolonia, donde se graduó con honores. En 1943 fue reclutado por el ejército italiano, pero huyó, refugiándose en Casarsa donde, junto a un grupo de jóvenes apasionados por la poesía, fundó la Academiuta di lenga furlana, un instituto de idioma y poesía. Entre 1947 y 1949 trabajó enseñando literatura en la escuela de Valvasone. Posteriormente se trasladó a Roma, donde se desempeñó como profesor en una escuela privada, publicó oficialmente sus primeras obras literarias y firmó su primer contrato editorial.
Su primera incursión en el cine fue en marzo de 1954, en el film La donna del fiume del director Mario Soldati, para el cual trabajó como guionista junto a su amigo, el escritor, poeta y político italiano Giorgio Bassani.
“Poseía un innato talento, que imprimió en sus diversas facetas artísticas: lingüística, literatura, pintura, cine todas ellas fueron a la postre su huida de una intensa y polémica vida. Su confesa homosexualidad, que alzó como estandarte, marcó de forma rotunda su destino”, explica La Vanguardia.
En 1955 publicó su novela Ragazzi di vita, obra que suscitó una reacción controversial en la crítica y el público, debido a la osada temática que trataba, esta situación lo posicionó en ese periodo como una figura central en el panorama de la cultura italiana. Entre sus publicaciones literarias más detascadas sobresalen Poesia a Casarsa (1942) y Una vita violenta (1955). Además de una serie de ensayos, entre éstos: Canzoniere italiano (1955) y Passione e Ideologia (1960) títulos que lo colocan en la cúspide de la literatura de posguerra de Italia.
En el ámbito cinematográfico, hacia 1956 colaboró como guionista con Federico Fellini para el film Notti di Cabiria, periodo en que intercaló su trabajo de cineasta con el de escritor. Sin embargo, su acercamiento al movimiento del Neorrealismo Italiano parte con Accatone (1961), película que fue presentada en agosto de ese año en el Festival de Venecia (fuera de concurso), ésta causó amplio impacto en el universo artístico e intelectual a lo que se sumó el apoyo del público.
Su producción cinematográfica fue prolífica, Il Vangelo secondo Matteo (1964), film que presenta la vida de Jesucristo como un Cristo terrenal y que tuvo tal éxito que el Osservatore Romano, la calificó a través de su director, Giovanni María, como la más bella película rodada sobre Jesús. Otros éxitos fueron Teorema (1968); Medea (1969), inspirada en el personaje de la mitología griega y para cuya interpretación convocó a la soprano María Callas; Il Decameron (1971), adaptada de los textos de la homónima obra de Giovanni Boccaccio (s. XIV) que ambientó en el contexto napolitano; y Salò e le 120 giornate di Sodoma (1975) su último film, presentado al público tres semanas después de su muerte.
“Sus obras reflejaban las contradicciones surgidas al calor de las complejas transformaciones sufridas por su país tras la Segunda Guerra Mundial: el paso del fascismo a la democracia o la posterior transición de una sociedad «primitiva» a la instauración del consumo de masas. En palabras de Remo Bodei, Pasolini “se esforzó por conciliar pasión y razón, corporeidad y sentimiento, consciencia de los duros vínculos de la historia y de la necesidad de romper con ellos, por mantener vivo el marxiano “sueño de una cosa”, la esperanza de redención y justicia para todos los hombres”, explica el portal Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Durante su trayectoria obtuvo una serie de reconocimientos entre éstos: “Premio Strega”, máximo galardón literario que otorga el Estado italiano, en: 1955, 1959 y 1968; “León de Oro”, el premio más importante que se concede en la Bienal de Venecia, en: 1962, 1964 y 1967; “Mejor cineasta Extranjero”, premio de la Academia a la mejor película en lengua extranjera, 1968 y “Premio Naciones Unidas” 1968.
La madrugada del 2 de noviembre de 1975, en circunstancias violentas y poco claras, fue asesinado en un descampado de Ostia, balneario cercano a Roma, delito por el que la justicia italiana declaró culpable a un joven de 17 años llamado Pino Pelosi. Este hecho conmocionó al mundo y aún es tema de discusión en círculos sociales y comunicacionales
Durante la Segunda Guerra Mundial, Benito Mussolini impulsó fuertemente el cine entendiendo que era una poderosa arma propagandística, en desmedro de la importación de cine extranjero. En ese periodo surgen los estudios Cinecittá, donde se filmaron más de 200 películas, desde su creación en 1937 hasta 1943, año en que la mayoría de las producciones italianas comenzaron a realizarse en Venecia. Durante este periodo se estableció una línea estética que no abordara temáticas como la pobreza o la delincuencia, incluso la sátira estaba prohibida. En 1945 el cine italiano dejó de ofrecer la visión de una Italia perfecta y dirigió su mirada hacia un país que debía sobrevivir a la catástrofe bélica y sus consecuencias.
Las puestas en escena del periodo neorrealista estaban marcadas por la precariedad de recursos técnicos, con largas tomas exteriores, con escenarios naturales, calles, plazas, casas, espacios públicos. No utilizaban actores profesionales y trataban sobre todo la situación económica y moral de la Posguerra en Italia, reflexionando sobre los sentimientos y las condiciones de vida: esperanza, deseos de dejar el pasado atrás y comenzar una nueva vida, frustración, pobreza y desesperación.
Más tarde, en los años 50 Italia empezó a resurgir y con ello emergieron grandes productoras transformando al cine en un producto más comercial, en consecuencia, el neorrealismo perdió fuerza y los directores optaron por hacer un cine más personal y así aparecen nuevos realizadores que representaron la fase postneorrealista como Federico Fellini y Michelangelo Antonioni, quienes obtuvieron el prestigio y reconocimiento.