Vincent van Gogh: pinceladas de locura y pasión

Vincent van Gogh fue un pintor postimpresionista holandés, cuyas obras figuran entre las más reconocibles y valoradas de la historia del arte. Sin embargo, durante su vida apenas vendió una pintura, alcanzando la fama póstumamente. Nació el 30 de marzo de 1853 en Groot-Zundert, una pequeña localidad al sur de los Países Bajos. Hijo de Theodorus van Gogh, un pastor calvinista, y de Anna Cornelia Carbentus, hija de un encuadernador de la Corte de La Haya, fue el mayor de seis hermanos. Entre ellos destacó Théo, su confidente y mecenas. Aunque comenzó su carrera artística a los 27 años y fue increíblemente prolífico. En solo una década, produjo más de 900 pinturas y alrededor de 1.600 dibujos.
Su estilo inicial estuvo marcado por el realismo y la sobriedad cromática característica de la pintura holandesa, influenciado por artistas como Jean-François Millet y Rembrandt. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, explica que “sus primeras obras reflejaban un ambiente proletario cargado de crítica social".
Durante su juventud asistió a distintas escuelas, pero nunca se adaptó al sistema educativo formal. En cambio, encontró inspiración en la naturaleza. El portal especializado Vincent Bardou destaca que “su amor por la naturaleza fue una constante que marcaría toda su obra”.
A los 16 años comenzó a trabajar como aprendiz en la sucursal de La Haya de la firma de marchantes de arte Goupil & Co., lo que luego lo llevó a Londres y París. Poco después, influenciado por su fervor religioso, intentó seguir los pasos de su padre y convertirse en predicador. Estudió latín, griego y matemáticas con la intención de ingresar a la Facultad de Teología en Ámsterdam, pero abandonó este afán tras darse cuenta de que no era su camino. Asistió también a la escuela evangelista de Laeken, en Bruselas, pero renunció nuevamente, convencido de que no tenía las aptitudes necesarias.
En 1888 se trasladó a Arles, ciudad ubicada al sur de Francia, con la intención de fundar una comunidad de artistas. Allí pintó algunas de sus obras más emblemáticas, como Los girasoles (1888), El dormitorio en Arles (1888) y La noche estrellada (1889). Este período, aunque fue de gran productividad artística, también estuvo marcado por una profunda inestabilidad mental. Esta última obra la realizó durante su estancia en un sanatorio para personas con problemas mentales de Saint-Rémy-de-Provence.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza explica que “una noche de diciembre, tras una fuerte discusión con Gauguin, Van Gogh lo amenazó con una navaja y luego se cortó parte de una oreja. Fue internado en el hospital de Arles y posteriormente en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy”, y, pesar de sus crisis, siguió pintando con intensidad.
En 1890 se trasladó a Auvers-sur-Oise, al norte de París. El 27 de julio de ese año, afectado nuevamente por una fuerte depresión, se disparó en un campo de trigo. Murió dos días después, el 29 de julio, a los 37 años. Van Gogh no se casó ni tuvo hijos, aunque vivió varios amores intensos y frustrados. Tras su muerte fue Joanna Bonger, la esposa de Théo, quien reunió su obra y la difundió, logrando que su legado se valorara en todo el mundo.
Hoy, su arte es universalmente admirado. A finales del siglo XX, sus pinturas comenzaron a alcanzar cifras récord en subastas internacionales, consolidando a Van Gogh como uno de los artistas más influyentes y célebres de todos los tiempos.