Periodo precolombino

Pueblo Chono
Los chonos se encontraban
entre el canal de Chacao, el archipiélago de las Guaitecas y la península de
Taitao. Se dedicaban a la caza y pesca de lobos marinos y navegaban en dalcas. El doctor Mauricio Moraga
del Programa de Genética Humana del Instituto de Ciencias Biomédicas de la
Universidad de Chile, explica que sobre ellos se desconocen antecedentes ya que
habitaron una zona muy accidentada en términos geográficos y su desarrollo
cultural no dejó fuentes de información para arqueólogos y antropólogos. “Más
bien sus costumbres se conocen por las descripciones subjetivas que hicieron de
ellos los cronistas de la época, antes de que se extinguieran hacia fines
del siglo XVIII”.
La unidad social básica fue la
familia donde el hombre tenía la autoridad, en tanto, las familias extensas se
reunían en campamentos en los que existían jefes o caciques de avanzada edad.
Pueblo Tehuelche, Aónikenk
o Patagones
Previo a la colonización española este territorio albergó a los
tehuelches, ubicados en las estepas patagónicas del Estrecho de Magallanes. Eran
un pueblo nómade que basaba su economía en la caza, principalmente, del
guanaco, cuya carne y cuero les servía para alimentarse y construir toldos bajo
los cuales vivían. Cazaban con arco y flecha o con boleadoras y se vestían con
taparrabos, mocasines y quillangos de cuero, una especie de poncho.
Su nombre proviene del
mapuche y significa “gente bravía, gente arisca o gente de tierra estéril”. El término patagones fue el primer
nombre que usaron los españoles para referirse a los tehuelches. “Las marcas dejadas por sus enormes pies
hizo que fueran llamados patagones” (Fredes 32). Entre sus
características se puede destacar que eran monoteístas, creían en el dios Kooch y en la vida después de la muerte.
Su rama más austral se denominaba Aónikenk.
Pueblo Ona o selk’nam
Los selk’nam habitaron
la Isla Grande de Tierra del Fuego, dedicándose a la caza de guanacos. Las
luces emanadas de sus fogatas fueron identificadas por el navegante portugués
Hernando de Magallanes, quien pasó por el estrecho en 1520 y se le considera el
descubridor de este paso que une los océanos Atlántico y Pacífico.
Las mujeres hacían trabajos domésticos, eran recolectoras, tejían
canastas, preparaban y cosían cueros y pieles. Los hombres fabricaban
herramientas de piedra, hueso y madera, además proveían los principales insumos
para alimentación, vestuario y vivienda.
No había sistema de tributos ni se estilaba la acumulación de
riqueza. No existían órganos de autoridad, solo los adultos tenían ascendencia
sobre los jóvenes quienes debían enfrentar una “ceremonia de iniciación de
jóvenes en la sociedad de guerreros y cazadores adultos llamada klóketen, símbolo del carácter masculino
de la sociedad” (Fredes 33).
El concepto de cielo era un principio organizador social y
ceremonial: “se pertenecía al cielo del padre y dos personas del mismo cielo no
deben casarse, aunque no fueran parientes”, explica el portal del Museo de Arte Precolombino. Su dialecto
forma parte de las lenguas fuéguidas, junto con el yámana y el selk’nam, que
entre ellas eran mutuamente ininteligibles y sin aparente relación genealógica.
Pueblo Kawéshkar
Este pueblo se auto reconocía como kawéshkar “los que llevan una
piel”, fueron nómades dedicados a la pesca, la recolección de mariscos y la
caza de ballenas y lobos marinos. En tierra, donde se asentaban por poco tiempo
y para protegerse del frío, cazaban nutrias, huemules, patos y otras aves silvestres.
El hombre era responsable de construir embarcaciones, generalmente
de tronco, en tanto, las mujeres las conducían. Además, era ella quien bajaba
al agua con bajísimas temperaturas a recolectar los mariscos con los que se
alimentaban. Sus viviendas de tipo oval se estructuraban sobre varas curvas,
amarradas con junquillo o lazos de cuero de lobo, cubiertas de ramas y pieles o
materiales de desechos.
Existían algunas normas sociales implícitas dentro de la comunidad,
como la gentileza hacia las personas de mayor edad. Además, participaban en una
ceremonia que marcaba el paso a la adultez conocida como kalakai. Ángel Acuña en “El cuerpo en la
memoria cultural Kawésqar” sostiene que “en relación con las características
antropométricas de la población era de cuerpos robustos y macizos, talla media
en torno al 1.58 m. el hombre y 1.46 m. la mujer”. En cuanto a los ornamentos, sobresale
la pintura corporal que tenía un carácter más simbólico que decorativo, como
forma de expresión ligada al mundo invisible.
Pueblo Yagán
Eternos navegantes y magníficos marinos, los yaganes pertenecen a
los grupos canoeros australes, habitaban la parte meridional de Tierra del
Fuego y las islas del canal de Beagle. Álvaro Barros en Aborígenes australes de América, explica que es un: “Pueblo de
leyendas y tradiciones, de pedagogos y sabias, de sencillos artífices,
arriesgados cazadores y recolectores incansables, tenía una visión de sí mismo,
de las relaciones entre los hombres y frente a su mundo, centrada en la
presencia de Dios, Watauineiwn, de
quien se sabían sus hijos” (16).
En palabras de Carlos Fredes eran verdaderoas nómades del mar. La
canoa fue central en su economía y en su forma de vida. La unidad social
fundamental era la familia, que se componía de padres e hijos. El hombre era
considerado jefe y responsable de tomar decisiones. La población estaba
dividida en grupos locales, aunque no existió ordenamiento jerárquico, ni
tampoco una autoridad única al interior de la comunidad. El idioma yagán tenía
cinco dialectos: occidental, oriental, meridional, central y wollastónico.
Construían chozas abovedadas o cónicas, su función era ofrecer
refugio y proporcionar un lugar, para mantener el fuego siempre encendido, que
era absolutamente esencial. El único atuendo que usaban era
un trozo de piel de animal colgado de su espalda; tenía el mismo tamaño y forma
para todos los sexos y edades. Se pintaban el cuerpo, variando el motivo según
la ocasión. Utilizaban el blanco, rojo y negro, en tanto, los motivos eran
líneas, puntos y, a veces, círculos, cuyo significado es un código compartido
por la sociedad en cuestión; estando el factor estético presente en todos los
ámbitos.
Físicamente se trataba de “pequeñas mujeres de 1.49 m. de altura media, eran quienes preferentemente bogaban. El hombre, 1.58 m. como promedio de estatura” (Barros 15).