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El pito, un canal de comunicación para la función policial

Enrique Bernárdez en El lenguaje como cultura (2008) sostiene que la comunicación es un: “Proceso de transmisión de información de un emisor (A) a un receptor (B) a través de un medio (C). En la transmisión y la recepción de esa información se utiliza un código específico que debe ser ‘codificado´ por el emisor y ‘decodificado’ por el receptor”. Dentro de las tipologías que subclasifican el proceso comunicacional, el estilo colectivo, masivo o público es el más empleado entre la policía y la comunidad y se puede establecer a través de un diálogo o en forma impositiva, lo que implica la preeminencia del emisor en el proceso.

El hombre siempre ha necesitado comunicarse y la policía no está exenta ello, por lo mismo, a lo largo de su historia ha buscado canales o medios que aseguren la trasmisión eficiente de sus mensajes, por ejemplo, el aire, en el caso de la voz; el hilo telefónico, en una conversación por esta vía; hasta llegar al Sistema Móvil de Consulta Policial (SIMCCAR) herramienta que cruza bases de datos de organismos públicos, para facilitar un eficiente control de identidad o al GPS que permite conocer, en tiempo real, dónde están los carros policiales, los cuales funcionan a través de la Internet.

Si analizamos la historia de la evolución de la función policial encontramos que la comunicación oral ocupó un rol trascendente en este proceso. Un ejemplo de lo anterior son los serenos, cuyo pregón religioso anunciando la hora y el estado del tiempo les permitía marcar presencia, brindando, paralelamente, seguridad a la población.  Durante las primeras décadas del siglo XIX aparece el grito “favor a la ley”, empleado por los Vigilantes de Policía, cuyo objetivo era solicitar colaboración a la ciudadanía ante un ataque.  

El pito policial
Si hablamos de canales de comunicación tangibles en materia policial, el pito ocupa un papel fundamental. El 30 de junio de 1822 Bernardo O’Higgins dictó el Reglamento de Serenos en el que  aparecen las primeras disposiciones que establecían sus atribuciones y responsabilidades, entre estás había artículos asociados al uso del pito. El 19°, por ejemplo, explicaba la existencia de códigos, para realizar el proceso de comunicación a través de este instrumento, los que se respetaban sigilosamente. 

El 4 de febrero de 1841 aparece un nuevo reglamento que, entre sus artículos también establece normativas sobre su uso, entre estos llamar a los jefes o reunir a la patrulla. Es importante señalar que los serenos cumplieron funciones hasta el 27 de diciembre de 1850, un año más tarde nace la Brigada de Policía, entidad que lo consideraba parte del armamento de un soldado.

Los primeros pitos fueron confeccionados en hueso y tenían un largo de 10 cm y el orificio se encontraba a tres de la parte superior, en tanto, un tapón de corcho permitía regular la pasada del aire, esto lograba emitir sonidos graves y agudos los que se interpretaban como puntos y rayas. Toda esta evolución hizo que durante las últimas décadas del siglo XIX, estuviera masificado el de madera.  

En 1896, año en que se conformaron las Policías Fiscales, una comisión integrada por varios comisarios publicó la primera Cartilla del Guardián de Policía, la cual incluía la pauta de toque. En 1907 se propuso en Valparaíso un reglamento el cual consideraba que cada integrante de la policía debía llevar un pito, más allá de su grado. Esta normativa se adoptó y se mantuvo vigente hasta la creación de Carabineros de Chile en 1927. 

El 13 de diciembre de 1928 se dictó el Reglamento para el uso del Pito N°44 y en su primer artículo hace referencia a uno metálico marcando de inmediato una diferencia en materialidad con los anteriores, que tenían menor alcance pues su onda se extiende por alrededor de 400 metros. Su único inconveniente era la calidad, por lo cual su construcción en bronce su transformó en una aspiración que por razones económicas no se concretó. En junio de 1929 se retomó el pito de madera y en 1937 se especificaron sus nuevas dimensiones: 14 cm de largo y 1,5 cm de ancho.  Con esta normativa adquirió carácter de prenda indispensable que debía portar el Carabinero. 

El artículo 3° hace referencia a su uso, estos eran llamar al oficial de servicio de la población, al suboficial de servicio, la atención personal sobre infractores o delincuentes que escapan y para detener el tránsito, estableciendo diversos toques, para cada uno de estos efectos.  

Con la implementación de equipos portátiles, a principios de la década de 1960, el pito paulatinamente quedó obsoleto, manteniéndose en funciones de tránsito.

El pito de tránsito
El Reglamento para uso del Pito N°44 de 1928 en su artículo tercero, letra g), señala: “para detener el tránsito de vehículos o de personas en cualquier punto”. Dejando en evidencia la necesidad de su uso para el desarrollo armónico del diario quehacer de la comunidad durante sus desplazamientos. Los primeros pitos destinados a este fin corresponden a una donación efectuada por la Municipalidad de Santiago a la Prefectura del Tránsito a principios de 1953. Desde ahí en adelante estos comenzaron a ser metálicos y se empleaban para llamar la atención de un conductor, acelerar el ritmo de circulación o dejar expedito el paso a vehículos de emergencia, entre otros. En tanto, los toques también quedaron normados. Sin embargo, producto de confusiones que generaban la diversidad de estos, desde 1959 solo se empleó para solicitar la detención de los vehículos. 

En 1962 llegaron nuevas modificaciones y solo serían usado por quienes desempeñaban labores de control de tránsito. Físicamente medía 4,5 cm de largo por 2,5 de alto y tres de ancho. La novedad era su materialidad: plástico duro café de tipo The Acme Thunderar, de fabricación inglesa, y se llevaba en el bolsillo. Un pitazo se empleaba para llamar la atención del conductor y dos para comunicarse con un compañero. En tanto, la actualización de 1996 al Reglamento N° 44 especifica que se: “usará un pito metálico, modelo alemán”; mientras el artículo tercero letra g) especifica que “para detener el tránsito: dos toques largos de sonido vibrado, el que se obtiene mediante la colocación del dedo índice en la válvula”.

A lo largo del tiempo el pito ha servido para avisar incendios, solicitar apoyo médico, etc. Hoy, a pesar de la incorporación de medios tecnológicos como software de georreferencia, que contribuyen a entregar una respuesta eficiente a las demandas ciudadanas, es indudable que su utilidad invisibilizada podría, ante una emergencia, cobrar protagonismo como canal de comunicación, en tanto, los más nostálgicos pueden observar este objetos en la sala de Policías Fiscales del MHC.

Este reportaje corresponde a una síntesis del ensayo realizado por el Suboficial (R/O) Héctor Alarcón Carrasco titulado El pito policial.