José Goles Radnic: Homenaje a un maestro
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Un número importante de los himnos de Carabineros de Chile, corresponden al profesor de Coro de la Escuela de Carabineros José Goles Radnic. Un ejemplo de ello es Una estrella más, Sable mío o Escuela Macul, todos colmados de un profundo significado semiológico.
José Goles Radnic era hijo de inmigrantes yugoslavos. Pasó su infancia en Antofagasta rodeado por el ambiente artístico que existía en el hotel que administraban sus padres. “Estudió piano, violín y también conoció los instrumentos típicos de ascendencia eslava”, explica un artículo publicado por la revista de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, titulado “Un maestro que cambió los números por la música”.
Su familia lo consideraba brillante: “Cuando tocaba el piano o jugaba ajedrez; cuando pintaba o dirigía un coro; cuando componía y relacionaba las matemáticas con sus obras musicales”, explica Eugenio Rengifo en El paso de José Goles. Posteriormente se trasladó a Santiago, para estudiar Ingeniería Civil, carrera que abandonó para dedicarse completamente a la música. Durante su vida universitaria participó en actividades artísticas, hasta que en 1939 fundó los Estudiantes Rítmicos, uno de los conjuntos más reconocidos de entonces. Entre sus éxitos sobresale El paso del pollo conocido como “El pobre pollo”, a los que se suman Sureña linda, Paloma torcaza o la popular Gallina francolina, subraya el portal Música Popular.
Más tarde, incursionó en la composición folclórica y la defensa de los derechos de autor. A mediados de los años 50 fundó la Corporación de Autores y Compositores (Codayco) y se dedicó fuertemente a preparar a los músicos, para un futuro que ya había detectado: la industrialización de la música. “Inscribió más de 90 creaciones en la Sociedad de Derecho de Autor. [Paralelamente y]… hasta 1960 fue docente en la Escuela Popular Cultural Pedro Aguirre Cerda”, complementa la citada revista.
En 1960 obtuvo el primer lugar en la versión inicial del certamen viñamarino con Viña del Mar, escrita junto a Manuel Lira e interpretada por Mario del Monte. En 1961 logró el segundo puesto en el debut de la competencia folclórica y en 1963 ganó la misma categoría con El loro aguafiestas, cueca interpretada por Sylvia Infantas y los Cóndores.
Técnicamente, se contraponía a toda la tradición de los coros doctos, por lo que llegó a tener fervientes detractores. A pesar de ello su trabajo no claudicó y dio vida a una serie de agrupaciones. Ejemplos de ello son el Coro del Ministerio de Educación, de Codelco, de Phillips, de la Comunidad Vasca y el de Famae, entre otros.
Así, llegó a Carabineros de Chile donde se desempeñó como profesor de coro entre 1967 y 1987 y organizó la estructura musical de marchas e himnos: “Compenetrándose profundamente con la doctrina y filosofía de nuestra institución, sintiendo tan adentro de su alma este llamado social y este sentido de servicio público como lo sentimos quienes hemos tenido una formación policial profesional en la escuela”, profundiza la Revista de Carabineros en su número 391, publicado en noviembre de 1987.
Hoy, gran parte de su trabajo se encuentra recopilado en los himnarios Cantos verdes (1987) e Himnario Carabineros de Chile, publicado por el Museo Histórico y Centro Cultural en 2019.
El primer texto incluye una breve reseña donde relata qué lo inspiró a componer cada pieza. Por ejemplo Himno fúnebre es una adaptación de la música de la película Los condenados de Altona (1962). “En la penumbra del cine anoté dicha melodía… años después escribí versos adaptados al ritmo fúnebre de ese trozo musical, elaboré una armonización para coro mixto y compuse un toque de trompeta en si bemol, para acompañar su posible interpretación”, comenta Goles en el texto. Esta versión fue interpretada por primera vez en la Catedral de Santiago, durante la misa realizada al Teniente Hernán Merino Correa el día de su funeral.
En 1987 fue homenajeado por la SCD como figura fundamental de la música chilena y profesor emérito de la Escuela de Carabineros. Falleció el 8 de junio de 1993 a los 76 años. Tres décadas más tarde, su legado se mantiene vigente en los patios de la Escuela de Carabineros y se enaltece cuando los Aspirantes a Oficial cantan sus composiciones, las que conforman el patrimonio cultural inmaterial de la Institución.