Mayor Luis Torres Molina: “Bucear en la Antártica es lo más peligroso del mundo”

A 990 km. al sur de Punta Arenas se ubica el continente antártico, hábitat de la ballena azul, orcas, elefantes marinos, focas leopardo, de Weddell, lobos fino antártico, distintas especies de pingüinos, además de aves como albatros, petrel y paloma antártica, todos muy familiares para el Capitán de LABOCAR, Luis Torres Molina, único chileno que cuenta con la especialidad de perito subacuático y único criminalista en Chile y Sudamérica con matrícula de Buzo Profesional. Este perfil lo transformó en un especialista atractivo para el equipo de investigación del biólogo marino chileno Ph.D Gustavo Chiang Rojas. El Oficial complementa su vida profesional con Sumergi2, un proyecto de integración para personas con capacidades diferentes. “Este trabajo me ha permitido compartir con investigadores de The National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), el jefe de investigación científica del Instituto Antártico de Brasil, miembros de National Geographic, lo que significa un tremendo privilegio, porque un chileno, un carabinero integra el equipo”.
-¿Cómo se transforma un Carabinero en un buzo profesional reconocido internacionalmente?
– Mi niñez la pasé en Coyhaique, enfrentando condiciones climáticas difíciles y un entorno agreste. Hoy valoro las enseñanzas que obtuve de la naturaleza, de mi madre y mi padre quien era militar e instructor de Combate Especial y un amante del deporte. Con mis cinco hermanos crecimos así, a campo travieso, entrenábamos en los ríos. Teníamos laguna, lago, inviernos hasta con 26° bajo cero, pero estábamos acostumbrados. Al colegio caminábamos trayectos muy largos, en muchas oportunidades con nieve. A veces pensaba que todo ese conocimiento rústico no tenía utilidad, pero me equivoqué. El temple me transformó en una persona con sueños que se han cumplido, inicialmente gracias al básquetbol, pues soy el primer coyhaiquino que se vino a estudiar a la universidad con una beca al cien por ciento a Santiago. Al año siguiente, en un partido contra la Escuela de Carabineros, el entonces Teniente Roberto Saldivia Wellmann me vio jugar y me propuso ingresar a la Institución.
Al egresar postulé al curso de Criminalística donde obtuve el primer lugar, más tarde acudí a una capacitación en el FBI, paralelamente tomé clases de buceo. Posteriormente, asistí a un diplomado en la Academia Internacional para el Cumplimiento de la Ley (Ilea) que impartió el FBI en Perú. Aquí un instructor comentó que el Dive Teamde su país, estaba tomando muestras biológicas o evidencias desde el agua. Ellos son los encargados de recuperar pruebas o cuerpos y hacer peritajes en ese medio. Para realizar este trabajo existen dos requisitos: ser criminalista y buzo profesional. Confieso que el tema me llamó la atención, consulté por el número de profesionales que existían en Sudamérica con esas características, la respuesta fue ninguno. Sólo había en Alemania, Austria y en otros países desarrollados. Ya en Chile la interrogante fue ¿cuántos uniformados eran buzos profesionales? En las Fuerzas Armadas no había registro, salvo el Suboficial del Gope, Samuel Soto, buzo profesional comercial, quien me entrenó durante más de un año, luego me acredité.
-¿Cómo comenzó su trabajo científico?
– Una licenciatura en Educación me permitió acreditarme en la Pontificia Universidad Católica de Chile, para tomar muestras biológicas de ADN. Así fui ampliando mi perfil de competencias hasta integrarme al proyecto encabezado por Gustavo Chiang, quien además es investigador de la Universidad New Brunswick de Canadá e integrante del Centro EULA-Chile de la Universidad de Concepción. La idea era realizar un estudio de la cadena trófica o alimenticia. El objetivo general del proyecto consistía en tomar muestras biológicas de la fauna silvestre antártica desde ballenas azules hasta krill, para ver si existían compuestos orgánicos persistentes en sus organismos. Para ello es necesario identificar esos agentes a través de un trabajo de laboratorio. Los COPs son un conjunto de compuestos que resisten la degradación y que derivan de aerosoles, viajan por el aire, luego decantan por el frío en el hielo o agua, posteriormente la fauna endémica se nutre y los incorpora y así aumenta el grado de contaminación, según asciende en la cadena alimenticia, por ello es relevante evaluar el estado de avance; comprobar a qué nivel llega.
Este desafío fue también un gran aprendizaje, estaba con los mejores científicos del mundo. Ellos me enseñaron en forma casi personalizada a distinguir en la inmensa diversidad de seres vivos, para que descendiera a buscarlos.
-¿Cuál fue la principal dificultad que ha tenido en estas investigaciones?
– La primera vez que fui a la Antártica tuvimos problemas con los equipos. Frente a ese escenario y considerando que era imposible solicitar ayuda, le propuse al profesor Chiang bajar a pulmón. Eran ocho metros, pero a tres grados bajo cero, lo que reduce la apnea dinámica, él no lo pensó dos veces y me acompañó. Tomamos todas las muestras y capturamos los peces que la investigación requería.
Algunas veces siento que he sido muy temerario, pero no imprudente, lo que sucede es que no siento miedo, pero estoy consciente que bucear en la Antártica es lo más peligroso del mundo. Uno puede morir por el frío en fracción de segundos (hidrocución) o por el ataque de animales (focas leopardo) ya que ellos no están acostumbrados al contacto con humanos.
-¿Tiene alguna frustración asociada a esta experiencia?
– La verdad es que sí. El personal de la base norteamericana de las islas Shetland era muy amable y me facilitó un minuto de comunicación a través de teléfono satelital, para que pudiera hablar con mi hija, para ello tuve que caminar ocho kilómetros, con un frío intenso, y mi Renatita no contestó.
-¿Cómo evalúa la Institución estos logros?
– Cuando regresé del segundo viaje a la Antártica, el General Director me premió. Me enviaron a cumplir un sueño, realizar el curso de buceo de borda a la Prefectura Naval Argentina, en Buenos Aires. Fue maravilloso, exigente y motivador. Me entregó las armas técnicas para colaborar con excelentes resultados en el accidente que le costó la vida a tres infantes de marina en caleta Hornillos, en julio de 2013. En esa oportunidad elaboré un Informe Pericial Subacuático para la Fiscalía Naval.
Durante enero de 2015 el Capitán Torres regresará por ter-cera vez a la Antártica junto a su dive partner alemán Klaus Diersch, liderados por el Doctor Chiang y profesionales del Centro MERI, organización encargada de Investigar los ecosistemas terrestres y marinos de la Reserva Natural Melimoyu de la Patagonia.
Buceo adaptado
El buceo adaptado es una práctica que apoya desinteresadamente a personas con capacidades diferentes. Durante la dinámica los instructores ayudan a los alumnos a desplazarse en este medio. “Esto nace en Europa, bajo el concepto que todos somos discapacitados dentro del agua, porque nadie está entrenado para respirar en ese medio, por lo tanto, ese ambiente de ingravidez genera igualdad de condiciones. Da lo mismo que seas amputado o tetrapléjico, el requisito es aprender a respirar a través del equipo autónomo”.
-¿Cómo nace esta motivación?
– Forma parte de un anhelo que tenía hace años. Cuando comencé me dijeron que era imposible que un tetrapléjico pudiera hacer esto, pero ahora está comprobado y un buen ejemplo es mi mejor amigo, quien luego de un accidente automovilístico quedó en silla de ruedas. La Renatita, comenzó a tratar de enseñarle a caminar. Un día, viendo que no había avances, consideró que era una buena alternativa intentar con el buceo. Él fue mi conejillo de indias, luego se corrió la voz, la gente se fue enterando y hoy dirijo Sumergi2, organización compuesta por cuatro Carabineros y más de 20 voluntarios. Esta actividad se realiza en la piscina techada de la Escuela de Carabineros, durante nuestro tiempo libre, pero en lo técnico cuento con el apoyo de Dräger, empresa alemana líder en equipamiento para esta disciplina.
-¿Cuál es la metodología de trabajo?
– Es importante destacar que no hacemos este trabajo por lástima o pena. Yo no siento eso por ninguno y se los digo en la primera entrevista, porque los veo como una persona normal que lamentablemente le ocurrió algo que cambió su vida y está en ellos dejar atrás esa mala experiencia y seguir adelante. Bajo ese prisma conmigo tienen entrenamiento gratis y todo el soporte necesario. Se trata de un compromiso por cariño, lo que es muy diferente a un papel firmado, pues permite trascender y generar un efecto multiplicador. Además se crea un vínculo muy especial dentro del equipo y es muy gratificante.
-¿Cuál es su próximo desafío?
– El mar. Aún no los he querido llevar porque se necesita mayor soporte técnico, debe haber un buzo de seguridad por alumno, pero próximamente iremos, nos falta muy poco. Hoy me siento feliz, estoy devolviendo la mano a todas las oportunidades que me ha dado la vida, por eso me proyecto siempre con felicidad en busca de mis sueños, ya que los he logrado paso a paso, aunque muchos parecían imposibles.