Carabineros de Chile durante el Conflicto del Canal Beagle (1978)

“Superado el conflicto y habiéndose ordenado la evacuación de las tropas a Santiago, en una formación general con militares, marinos, aviadores y carabineros, el General Nilo [General de División Nilo Floody, Jefe de la Región Militar Austral] terminó su alocución diciendo: «Si yo tuviera que ir a otra guerra, iría con los Carabineros» (229), Con estas palabras el Coronel (R) Jorge Rodrigo Vaca Saavedra recuerda sus últimas horas en Punta Arenas. Su testimonio, inserto en el texto La policía y Carabineros, ensayos históricos y biográficos del Coronel Diego Miranda Becerra, permite conocer qué sintieron los miles de Carabineros que custodiaron la primera línea ante la amenaza de un enfrentamiento bélico entre Chile y Argentina, en diciembre de 1978.
El conflicto por la soberanía sobre las islas Picton, Nueva y Lennox tiene su origen en el Tratado de Límites de 1881, que fija la línea divisoria entre Chile y Argentina. Sin embargo, durante el siglo XX hubo constantes diferencias entre ambos países, respecto al curso del Canal Beagle, señalando desde Argentina que éste corría hacia el sur en el extremo noreste de la Isla Navarino, por lo cual las islas antedichas quedaban en territorio trasandino. Esta tesis, rechazada por Chile, fue sometida al arbitraje de la Reina Isabel II de Gran Bretaña, quien falló en 1977 a favor de la posición chilena. Una vez conocido el dictamen, la Junta Militar que gobernaba en Argentina, liderada por el General Jorge Rafael Videla, lo declaró “insanablemente nulo”, comenzando una escalada que llevó finalmente a estar a horas o minutos de una disputa el 22 de diciembre de 1978.
El Gobierno de Chile realizó intensas gestiones para evitarlo, movilizando paralelamente a las Fuerzas Armadas ante una eventual guerra. En este contexto, los gobernantes de la época, General Augusto Pinochet y General Videla, se reunieron en Mendoza el 19 de enero de 1978 y Puerto Montt el 20 de febrero de 1978, para tratar de llegar a un acuerdo que no implicara un enfrentamiento. Lo anterior era muy relevante para Chile, ya que las Fuerzas Armadas no se encontraban en condiciones materiales de contrarrestar una guerra. A lo anterior se suman desavenencias al interior del Gobierno que motivaron la salida del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh Guzmán, quien fue reemplazado por el General Fernando Matthei Aubel.
Para conocer y contextualizar el rol que desarrolló Carabineros de Chile en este escenario, es indispensable remontarse a la crisis fronteriza con Perú y Bolivia de 1974, la cual motivó la actualización del Plan Nacional de Movilización por parte del Estado Mayor de la Defensa Nacional, asignándosele a la Institución tareas específicas tanto de combatientes, como de Policía Militar, es decir, la custodia de prisioneros de guerra, protección de zonas de comunicaciones y caminos, entre otras. Se trataba de una misión de reforzamiento de unidades militares, pasando a quedar su personal a disposición de comandantes militares, en tanto, el mando táctico quedaba adscrita a sus propios oficiales, previa instrucción de combate, conservando la identidad institucional de Carabineros: grados y uniforme.
Movilización del personal y medios de Carabineros de Chile
En junio de 1978, tres escuadrones de 125 cabos alumnos a cargo, cada uno de tres capitanes y ocho tenientes, fueron enviados por 30 días a la Escuela de Infantería del Ejército a entrenamiento de combatiente básico, el cual fue reproducido después al resto del personal del plantel y al de Fuerzas Especiales y Radiopatrullas. Esta gestión se realizó en total hermetismo para no alarmar a la población.
“Al cabo de un mes de entrenamiento regresamos a la Escuela de Suboficiales para empezar nosotros a instruir al resto del personal del plantel y al de la Escuela de Carabineros y Prefecturas de Fuerzas Especiales y de Radiopatrullas, lo que hicimos durante dos meses en La Reina. Terminado este período de entrenamiento se organizaron los escuadrones con secciones de 45 hombres, una Plana Mayor, cuatro o cinco suboficiales, prácticos en primeros auxilios y personal de comunicaciones” (Miranda 215), explica el General (R) Camilo Castro Nustas, Teniente Instructor en la Escuela de Suboficiales en aquella época.
El Plan Nacional de Movilización contemplaba el desplazamiento de aproximadamente nueve mil Carabineros en todo el país, destinando 268 al Teatro de Operaciones Austral Conjunto (T.O.A.C), sin embargo, los documentos y los relatos señalan que finalmente fueron aproximadamente dos mil los Carabineros que se movilizaron hacia el T.O.A.C., reforzándose además las fronteras de las zonas centro y norte del país, ante un posible conflicto bélico con los tres países limítrofes, donde el personal aportó importantes informaciones sobre movimientos de tropas argentinas, al otro lado de la cordillera.
En tanto, la visión del General Pinochet sobre la capacidad militar de Carabineros sostenía que el contingente no estaba preparado y se requeriría de tiempo para su preparación, por lo que solo se integraría como refuerzo a las Fuerzas Armadas. Esta concepción contrasta con la del General de División Nilo Floody, Jefe de la Región Militar Austral, quien señaló que, si bien creía que los Carabineros tendrían poca instrucción militar, su período de reinstrucción fue menor al previsto y a petición del General José Rodríguez Bascur, a cargo de la Zona de Inspección en Punta Arenas, fueron trasladados inmediatamente al frente de combate.
La misión específica de Carabineros era permanecer en la primera línea de fuego, es decir en las trincheras que fueron cavadas por ellos mismos en diferentes lugares de Aysén, Magallanes y Tierra del Fuego. Diego Miranda explica que “debieron cavar con sus propias manos, soportando las inclemencias del tiempo que fue extremadamente riguroso, padeciendo hambre y frío, alejados algunos intempestivamente de los suyos, y enviados a la primera línea de fuego el avance de los blindados argentinos, los Carabineros vivieron tan duros momentos sin desmayos ni vacilaciones, pues estaban formados y preparados desde siempre para rendir la vida en defensa del Orden y de la Patria” (214). Cabe destacar que el material con el cual se desplegaron era bastante precario, al igual que el del resto de las Fuerzas Armadas.
Carabineros tras el fin de la escalada
Los Carabineros movilizados fueron fundamentalmente de la Escuela de Suboficiales y Fuerzas Especiales, además del personal de la misma zona. El Coronel Miranda cita al General (R) Camilo Castro Nustas quien explica que “a la Escuela de Suboficiales le correspondió Tierra del Fuego, con 1 Capitán 12 Tenientes y 600 hombres” (217). En tanto, la movilización comenzó el 8 de diciembre de 1978 en aviones de transporte de la Fuerza Aérea, al día siguiente la mayoría fue recibido en el Regimiento “Pudeto” en Punta Arenas, para ser desplegados conforme a la planificación realizada por las Fuerzas Armadas. Estos Carabineros se mantuvieron en la zona hasta por lo menos el 13 de enero de 1979, es decir, más tiempo que personal del Ejército.
Miranda, además cita al Coronel (R) Jorge Rodrigo Vaca Saavedra quien recuerda: “la comida que se nos llevaba a las trincheras consistía en porotos, lentejas, y mucho cordero capón, al horno, a la cacerola. En las marmitas iba caliente, pero debido al intenso frío que hacía se helaba de inmediato al servirla en el plato y quedaba nadando la grasa. Para poder alimentarnos hicimos una cocina en un hoyo en cuyo interior se hacía fuego y se asaban los corderos regalados por los ovejeros. Una vez a la semana pasaba un camión del Ejército vendiendo bebidas, pilas para radio, naipes, jabón, pisco, esquelas, sobres y lápices, todo a precio de fábrica” (228).
Guillermo R. Moncayo, Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, Director de la Maestría en Relaciones Internacionales en su artículo “La mediación papal en el conflicto de la zona austral”, añade que “el 21 de diciembre de 1978, los embajadores de la Argentina y Chile ante la Santa Sede supieron que el Papa estaba ‘más que dispuesto, deseoso de enviar a las dos capitales un representante personal con el fin de examinar y buscar juntos las posibilidades de una solución pacífica y honorable del problema’” (3).
A su regreso, los Escuadrones de la Escuela de Suboficiales fueron recibidos por el Director Nacional de Personal, General Rodolfo Stange Oelckers, junto al Orfeón Nacional de Carabineros y se les brindaron algunas semanas de permiso para recuperarse y compartir junto a su familia. Cabe destacar que el personal supo una semana después del fin del conflicto, sobre el acuerdo de arbitraje del Vaticano, que lideró SS Juan Pablo II. En tanto, los trabajos de la mediación comenzaron con una misa el 4 de mayo de 1979.