Cuerpo de Vigilantes de Policía: precursor de las entidades policiales en Chile

Hasta la creación de los Vigilantes de Policía el orden público de nuestro país era resguardado principalmente por los militares. Si bien existían otras instituciones que ejercían la función policial, hay que tener en cuenta que ellos se preocupaban de otras aristas de este amplio concepto, como la administración de la ciudad, el cuidado de las cárceles, el aseo de las calles o la realización de diligencias judiciales de primer orden, entre varias otras.
El proceso de Independencia, que en la práctica fue una guerra civil entre revolucionarios y realistas, desquició aún más el orden público que se mantenía en relativo equilibrio con las instituciones coloniales impuestas por la Corona. Por esta razón, con la llegada al poder del General Bernardo O’Higgins, en 1817 comienza una serie de reformas a las instituciones encargadas de velar por el orden público. Se crea el cargo de Intendente de Alta Policía, el que recayó en el ciudadano norteamericano de origen sueco, Mateo Arnaldo Hövel, quien además tenía la misión de ser la máxima autoridad en la Intendencia de Santiago. Bajo su mando tenía a los Inspectores de Cuartel y Alcaldes de Barrio.
El fin del gobierno de O’Higgins acarreó el término de un período de estabilidad política, en tanto, la lucha entre conservadores y liberales por el poder finalizó en 1829, con una guerra civil. Este mismo año, funcionaba en Santiago una Compañía de Policía, de espíritu militar, con el fin de mantener el orden público en constante agitación por las disputas políticas que hacían proliferar la delincuencia.
El triunfo conservador de 1830 generó una reestructuración del municipio de Santiago que conllevó el cambio de ésta por una de Carabineros de Policía. Es importante destacar que, es la primera vez en nuestra historia que el término carabineros se asocia al de policía.
A juicio del gobierno de la época, presidido por José Tomás Ovalle, en calidad de Vicepresidente, esta compañía no era suficiente para mantener el orden público de la ciudad. Sin embargo, el municipio no contaba con recursos económicos suficientes para entregar un servicio de mejor calidad, lo que promovió un proceso de grandes transformaciones a la policía de la ciudad, impulsada por su ministro del Interior Diego Portales.
En el contexto político y social del país ya descrito, los problemas económicos eran muy relevantes. La municipalidad, organismo que reemplazó al Cabildo colonial, no tenía recursos para costear un cuerpo armado que se encargara de velar por el orden público, en suma una policía como la que conocemos actualmente.
Por esta razón, el ministro Portales decidió devolver a la municipalidad el impuesto de mataderos o de “carnes muertas”, sustraído en los gobiernos anteriores, de este modo, proveía de un ingreso seguro y fijo al municipio para el sostenimiento de un cuerpo policial.
El documento está fechado en Santiago a 8 de junio de 1830 y permitió a Portales redactar un reglamento general básico, el que después sería incorporado a los decretos municipales y fue publicado en el diario La Opinión. Las atribuciones de los Vigilantes eran muy amplias, puesto que las disposiciones de policía hacían referencia a una serie de temas establecidos en el reglamento de los Vigilantes de Policía, lo que asemeja a un manual de procedimientos, donde se explica qué hacer en determinadas situaciones.
Para entender la importancia de este grupo policial debemos tener en cuenta que duró por lo menos hasta el 27 de diciembre de 1850, con tan sólo una reforma, en junio de ese año. Ésta implicó modificar su nombre por Cuerpo de Vigilantes de la Capital de Santiago y un aumento de su dotación. En síntesis, esta organización tuvo una duración de poco más de 20 años ininterrumpidos, es decir, su existencia se prolongó mucho más que la de cualquier otro cuerpo creado para este fin.
Por su parte, logró sortear varias dificultades como la mala distribución de sus hombres o la falta de ellos y otras de carácter económico. El tiempo dio la razón a la reforma portaliana. La estructura orgánica de los Vigilantes de Policía se traspasó prácticamente a todas las ciudades del país, donde convivieron con los Serenos hasta 1850. Cabe mencionar que la fusión de estos estamentos dio sus primeros pasos en 1846, cuando Valparaíso decidió, mediante un decreto del gobierno, unirlos y crear el Cuerpo de Policía de Valparaíso bajo régimen militar.
Los sucesos que comenzaron a ocurrir en Santiago a partir de la candidatura de Manuel Montt a la Presidencia de la República, como la creación de la Sociedad de la Igualdad y una fuerte oposición con aires revolucionarios llevaron al gobierno del General Manuel Bulnes a precipitar en 1850 la fusión, emulando la experiencia de Valparaíso: Vigilantes y Serenos daban paso a la Brigada de Policía, una institución que se encargaría del orden público en la ciudad las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Podemos señalar que a diferencia de estos Vigilantes de Policía, que Portales creó visiblemente distintos al personal del Ejército, las circunstancias del país y probablemente porque el gobierno estaba presidido por un militar, se volvió a un sistema militarizado de policía que no pudo desconocer el legado que tanto Serenos como Vigilantes habían dejado en materia de control de orden público y prevención de delitos.