Literatura Chilena

El fenómeno de las
vanguardias literarias sacudió a América Latina en dos momentos importantes: de
1925 a 1929 y de 1930 a 1940. Tuvo la gracia expansiva de cubrir, de manera
simultánea y con distintos énfasis, el ámbito artístico-literario, el
sociocultural y el político a nivel nacional e internacional, dentro de la
literatura chilena sobresale: Creacionismo, Runrunismo y el Surrealismo
expuesto a través de Mandrágora.
Creacionismo
En 1914 los “Sonetos de
la muerte” de Gabriela Mistral ganaron los
Juegos Flores, marcando un hito en la historia de la poesía chilena, en tanto,
un año antes Vicente Huidobro manifestó su disconformidad y oposición frente a
la poesía de imitación, principalmente de la naturaleza. Su objetivo es precisar
que se trata de una creación de verdad. Vicente Huidobro es, sin duda alguna,
el escritor más controvertido de la vanguardia latinoamericana. Entre sus obras
están: Ecos del alma (1911), El espejo de agua (1916), Manifestes,
París, Revue Mondiale (1925), Altazor o el viaje en paracaídas
(1931) y El ciudadano del olvido (1941),
solo por nombrar algunos textos de su vasta obra.
Runrunismo
Hacia 1927 un grupo de
adolescentes conformado por Clemente Andrade, Raúl Lara, Alfredo Pérez Santana
y Benjamín Morgado, nacidos alrededor de 1910, comenzó a reunirse, para
estudiar temas literarios y leer en común sus intentos poéticos. Es decir que,
al menos en la teoría, “el movimiento se orienta según las tendencias
nativistas o mundonovistas, vigentes por entonces en Chile y en otros países
americanos” (Videla 75). Al Runrunismo
también se le conoce como Generación literaria de 1930. El grupo hizo su
aparición pública en abril de 1928 y “tuvo la virtud de ser la primera de las
generaciones de poetas del presente siglo que alcanzaron una formación universitaria…lo
cual hizo que el escritor fuera un hombre de café, un bohemio, un trasnochador;
pero a1 mismo tiempo un estudioso conocedor de la realidad económico-social
chilena; un renovador de la literatura” (Muñoz y Oelker 193).
Surrealismo
- Mandrágora
La Mandrágora nace en
Talca con Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas y Teófilo Cid, fieles representes del Surrealismo en Chile y promotores de una
interesante actividad intelectual. Otro poeta importante cercano a esta
tendencia fue Rosamel del Valle. Mandrágora se postula como prolongación
y en sincronía con el Surrealismo que asoma en el viejo continente,
especialmente con el Grupo de París, que es su origen.
Orlando Jimeno, cita a Stephan
Bacui, quien explica que “las mandrágoras si bien fruto tardío del Surrealismo
francés, se mantendrían a través de la poesía negra fieles a estos principios.
En Chile, como en ningún otro país del continente, el surrealismo consiguió
desarrollarse e imponerse hasta el punto de dominar el ambiente a través de un
reducido, pero sumamente dinámico grupo de poetas y artistas cuya finalidad y
valor han conseguido un manifiesto de los surrealistas, de la defensa de la
poesía” (309). Proponen un proyecto poético que buscaba su filiación con el
movimiento surrealista internacional de André Bretón.
El nombre del grupo,
corresponde a una planta altamente tóxica e inspiradora de leyendas y rituales.
El primer acto público del grupo fue un recital poético realizado en el auditorio
de la Universidad de Chile, el 19 de julio de 1938 y en diciembre de ese año se
publicó la revista Mandrágora, cuyos
ejemplares: “exaltaban la expresión poética como manifestación máxima de la
libertad, una libertad desvinculadora de todas las trabas sociales, morales e
imaginativas posibles” (Meyer-Minnemann -Vergara
317).
Generación
de 1957 (1950) Irrealista
Esta tendencia comúnmente
llamada Generación del 50 o Irrealista está integrada por escritores nacidos
entre 1920 y 1934. Fue uno de los momentos más trascendentes en la literatura chilena
de mediados del siglo XX. Sus autores, provenientes de estratos socioeconómicos medios y
altos, con formación universitaria manifestaron: “una angustia indefinida que
da origen a una rebeldía sin causa ni propósito y que, en el fondo, no es sino
el reflejo del sentimiento existencialista que aplasta a las nuevas
generaciones de Europa y Norteamérica… Sus grandes temas son la vejez, el
desencanto y la violencia” (Fernández 394). Goic agrega que su “tentativa
consiste en superar de plano las formas limitadas del realismo social y del
nacionalismo en la literatura y en afirmar, por el contrario, la universalidad
estética de la obra literaria y su original irrealidad” (257).
Esta
Generación se enfrentó con el Neorrealismo, en especial con la tendencia
realista social, confirmando la dominación del Superrealismo durante todo el
período. Christián Montes agrega que “se caracteriza por una visión
desencantada de la realidad. Los discursos de los narradores subrayan la
inanidad y la degradación de una experiencia de vida que genera la destrucción
de los sueños y el desdibujamiento progresivo de las ilusiones. Las imágenes
que pueblan los mundos imaginados se organizan en torno a motivos como la
caída, en sus múltiples sentidos, y el aniquilamiento personal como situación
irreversible”. En orientación de la literatura fue un intento anticriollista
que, bajo la influencia del simbolista francés Charles Baudelaire, buscó
recuperar la imaginación como facultad básica de la creación artística.
El primero en
incorporar esta forma en su modo de representación fue José Manuel Vergara, luego
destaca el trabajo de José Donoso, Enrique Lafourcade, Armando Cassigoli, Jorge Edwards, Claudio
Giaconi y Enrique Lihn, entre otros.
Paralelamente, en
América Latina toma protagonismo el trabajo de: Gabriel García Márquez, Carlos
Fuentes, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Alejo
Carpentier, Jorge Amado, Juan Rulfo y Julio Cortázar, cuyo modo de
representación marca una independencia
cultural en relación a los formatos europeos y es conocido como boom.
Se extiende entre los años 60 y 70, ellos fueron influenciados por los
movimientos vanguardistas especialmente el Surrealismo, por ejemplo el Realismo
Mágico, explica los sucesos políticos y sociales de entonces influenciada por
la Guerra Fría y conflictos regionales. Dentro de estos escritores también se
reconoce el trabajo de José Donoso.