Club Atlético Brigada Central: recuerdo de una gloria deportiva
La creación de la Brigada Central en 1906, por gestión del Prefecto Joaquín Pinto Concha, forma parte de la diversificación de funciones al interior de la Policía Fiscal de Santiago, a principios del siglo XX. Se constituyó con personal escogido entre los funcionarios más antiguos y mejor preparados de las comisarías de la capital, quienes debían presentar una buena hoja de servicios. Rápidamente sus atribuciones se ampliaron y se encargaron de regular el tránsito en calles de alto tráfico, realizar servicios en el Congreso o eventos de alta convocatoria.
En su interior se generaron proyectos de la más variada índole en beneficio del personal, en una época de fuerte crisis social, principalmente mientras se desempeñó en esta unidad Manuel Concha Pedregal, más tarde primer General Director de Carabineros de Chile. A pesar de ello, desarrolló importantes iniciativas como la fundación del Club Atlético Brigada Central, la Sociedad Cooperativa de Consumos de la Brigada Central e instauró el rancho en las comisarías.
El Club Atlético Brigada Central nace el 20 de octubre de 1920 con el objetivo de fomentar la práctica de diversos deportes, especialmente el fútbol, que entonces aún no era profesional. Un año antes, varios oficiales de la Brigada comenzaron a entrenar balompié por simple entretención. Generalmente lo hacían en un sitio eriazo, cerca del Cuartel de Caballería, en calle Bulnes con Mapocho o en los pocos lugares disponibles para esos fines, aunque esto no obstaculizaba su buen rendimiento, pues en sus filas se veía a los mejores futbolistas de la dotación policial, fueran oficiales, suboficiales, empleados civiles y personal de tropa, pues la idea era formar un cuadro competitivo. Vestía pantalón blanco y camiseta azul con una estrella de color blanco en el pecho, que era el símbolo de la policía.
Fueron tales los logros deportivos del Brigada Central, que no pudo usar más los recintos que antes le facilitaba la colonia española, pues ella había sido una de las más afectadas con el exitoso desempeño del club. En 1922 se incorporó a la Asociación de Fútbol de Santiago, año en que ganó el título de campeón, en empate con el Audax Sportivo Italiano, habiendo competido con los clubes Magallanes, Santiago Morning Star (después Santiago Morning), Badminton, Ibérico Balompié, Gimnástico y Liverpool. Surgió entonces la idea de la cancha propia, pero no existían los recursos económicos necesarios para tal fin. Frente a ello, el Inspector Luis Tapia, apoyado por los jefes de la Brigada Central, gestionó y obtuvo la cesión por parte del Gobierno de un terreno de 30.000 metros cuadrados en la ribera sur del río Mapocho, en las cercanías del puente Manuel Rodríguez, para construir en él un campo deportivo. El Prefecto Julio Bustamante Lopehandía propuso aportar una cuota fija por parte de todos, lo que fue aceptado unánimemente. En tanto, quien entregaba aquella cuota era considerado socio fundador del Stadium y podía gozar de todos sus beneficios. Paralelamente, la municipalidad dispuso que los escombros se botaran en la margen del río, entre Puente Bulnes y el Parque Centenario, se usaran para nivelar el terreno y antes de tres meses ya estaban habilitadas las canchas y el equipo entrenaba casi todos los días.
El recinto fue inaugurado el 21 de septiembre de 1923 por el Presidente Arturo Alessandri Palma. Contaba con una piscina de 50 por 25 m, la única con esas características en Santiago. La que se convirtió en una gran fuente de ingresos, pues acudían muchas familias, ya que su acceso era público. Además, tenía con una cancha de fútbol con tribunas, una piscina olímpica en la que se iniciaron los campeonatos de natación en Santiago, casino social y hermosos jardines, que hicieron de él un lugar de esparcimiento para los oficiales y tropa de la Policía de Santiago.
En 1927, luego de la fusión, el Stadium Policial se convirtió en el Estadio de Carabineros. En éste, aun después de inaugurado el Estadio Nacional, se jugó durante muchos años el fútbol profesional chileno. Alrededor de 1936 la Dirección General recibió una notificación judicial que establecía que el terreno en cuestión pertenecía al Arzobispado de Santiago, por lo cual se aceptó la oferta de venta que ofreció la Iglesia. Con el tiempo, el recinto comenzó a decaer, se abandonó y posteriormente se vendió a una institución particular.