Policías Fiscales: Tres décadas al servicio de la nación

Luego de finalizar la Guerra Civil de 1891 asume la Presidencia de la República el Almirante Jorge Montt Álvarez (1891-1896), quien integraba el bando ganador. Los congresistas. Al poco tiempo aprobó un proyecto presentado en 1888 por el Senador Manuel José Yrarrázaval Larraín, titulado “Ley de Organización y Atribuciones de las Municipalidades”, conocido como “Ley de Comuna Autónoma”. En pocas palabras, la nueva normativa reducía el poder del Ejecutivo y daba amplias facultades a las municipalidades de las 257 comunas en que se dividió el país. La idea era terminar con la injerencia del Poder Ejecutivo en las elecciones, otorgando facultades a los municipios, como se hacía en Europa. En este escenario, la Policía de Seguridad era responsabilidad del gobierno comunal.
Esta iniciativa resultó un fracaso, por ello se decidió elaborar un proyecto que autoriza un ítem presupuestario para su sostenimiento económico, con esto pasaron a depender directamente del Ejecutivo, a través de los intendentes de las provincias. Esto se materializó el 12 de febrero de 1896 mediante la promulgación de la Ley N° 344 que dio vida a las Policías Fiscales. En mayo de ese año se aprobó el Reglamento que normó su funcionamiento. Quedó organizada en dos secciones: una de Orden, encargada de mantener la tranquilidad pública, prevenir y velar por el cumplimiento de las leyes y otra de Seguridad, responsable de perseguir y aprehender a los delincuentes y practicar las investigaciones en materia criminal.
Así, paulatinamente, las Policías Fiscales fueron experimentando un proceso ascendente de profesionalización. Destaca la creación de la Escuela Policial, la Brigada Central y un potente legado que se manifiesta hasta la actualidad en Carabineros de Chile.
El camino a la profesionalización
Uno de los aspectos más importantes en la profesionalización de una institución está directamente relacionado con la formación de su personal. Las primeras gestiones para realizar una adecuada preparación a los policías surgen durante la administración del Prefecto Joaquín Pinto Concha, quien instauró una imprenta para la Policía publicando, a partir de 1901, el Boletín de la Policía de Santiago, órgano difusor de la reglamentación y leyes, cuyo conocimiento era fundamental para el desempeño eficaz de los guardianes.
En octubre de 1907 se crea un curso permanente de aspirantes a oficiales, que se impartía en forma anual, para un máximo de 20 alumnos. Éstos debían sortear una serie de requisitos de ingreso: tener entre 19 y 30 años e instrucción en ortografía y redacción, entre otros. En agosto de 1908, por gestión del Mayor de Ejército Enrique Quiroga Rogers, entonces Prefecto de Santiago, se crea la Escuela Policial que viene a ser la formalización de aquel curso de aspirantes. Sin embargo, los problemas económicos menguaron el funcionamiento del plantel que terminó cerrando en 1916 y funcionando en precarias condiciones durante la década de 1920.
Adaptación a los tiempos: creación de la Brigada Central
Las graves protestas efectuadas finales de 1905 en Santiago, donde destaca fundamentalmente la denominada “Huelga de la Carne”, que llevó a la población a las calles reclamando por el alza del precio de este alimento, permitió que los mandos identificaran la necesidad de contar con una unidad especializada para el control de protestas y muchedumbres. En este contexto nace, un año más tarde, la Brigada Central por gestión del Prefecto Pinto Concha.
La unidad se constituyó con personal escogido entre los funcionarios más antiguos y mejor preparados de las comisarías de Santiago, quienes debían presentar una buena hoja de servicios. Rápidamente sus atribuciones se ampliaron y se encargaron de regular el tránsito en calles de alto tráfico, realizar servicios en el Congreso o eventos de alta convocatoria
El rol social de las Policías Fiscales
Las Policías Fiscales nacen en una época compleja en materia económica y social. La denominada “cuestión social” estaba en pleno desarrollo y sus consecuencias se vislumbraban fundamentalmente en las condiciones de hacinamiento en que vivían los sectores más desposeídos. Entonces, la tasa de natalidad era muy alta; al igual que la mortalidad infantil. Muchos niños quedaban huérfanos a temprana edad o simplemente eran abandonados por sus padres, quienes no tenían para mantenerlos. Estos factores motivaron a la Policía Fiscal de Santiago a crear escuelas nocturnas en las comisarías, con el fin de alfabetizar a los niños pobres o sin hogar. A ellas también asistían los adultos y adolescentes que trabajaban durante el día y no podían estudiar a otra hora.
Los establecimientos eran supervisados por un profesor de Estado y las clases dictadas gratuitamente por jóvenes estudiantes de las Escuelas Normales. Su sostenimiento económico era proporcionado por los vecinos, jefes, oficiales y guardianes. Contaban con la colaboración de la Inspección General de Instrucción Primaria. Su asistencia diaria fluctuaba entre 400 y 500 personas, pero pronto su número se duplicó.
Sin embargo, la labor de las Policías Fiscales relacionada con los niños fue más allá. Bajo el mando del Prefecto Bernardo Gómez Solar se funda, el 6 de enero de 1921, un asilo para niños desamparados con el fin de evitar que los pequeños vagaran por las calles a merced de los vicios, que podían adquirir en ellas. Funcionó en calle San Isidro, en un local anexo a la 2° Comisaría. Tenía capacidad para 40 niños, a los que se proporcionaba alimento, abrigo y la instrucción primaria. Además, recibían un uniforme, similar a los de la policía, pero adaptado a sus contexturas. Así, rápidamente en las unidades fueron habituales los pequeños guardianes, muchos de los cuales siguieron los pasos de sus protectores.
El deporte y las Policías Fiscales
El deporte es otro de los puntos destacados de las Policías Fiscales. El 20 de octubre de 1920 se crea el Club Atlético Brigada Central, con el fin de fomentar el deporte al interior de la Institución. En él el equipo de fútbol tuvo un rol destacado por mucho tiempo en las ligas nacionales, era conocido como “los policiales” o simplemente Brigada Central.
Con este contexto, el Prefecto Julio Bustamante Lopehandía inaugura el 21 de septiembre de 1923 el Stadium Policial, con la presencia del Presidente de la República Arturo Alessandri Palma. Se ubicaba entre el Puente Bulnes y Avenida Ricardo Cumming. Después de 1927 este recinto se denominó Estadio de Carabineros, en tanto, el Brigada Central debió dejar las competiciones en 1929, porque a Carabineros de Chile le correspondía la seguridad de los recintos deportivos.
Cambios para mejorar la gestión y legado de las Policías Fiscales
La transformación más importante de las Policías Fiscales se produce en 1924 cuando, mediante la Ley N° 4.052 de 13 del septiembre de 1924 se crea la Dirección General de Policías Fiscales, unificando el accionar de las policías de todo el país. Como Director General se nombró a Julio Bustamante Lopehandía. La normativa, cuyo texto definitivo se fijó por el Decreto Ley N° 754 del 16 de diciembre de 1925, organizaba a la Policía Fiscal en seis zonas y estableció las secciones correspondientes, a las ya señaladas -Orden y Seguridad- se sumó Identificación con el fin de realizar la filiación de todas las personas y entregar la cédula de identidad. Esta sección se desvinculará de Carabineros de Chile en 1933, con la creación de la Policía de Investigaciones y pasará en 1938 al Registro Civil.
En sus treinta años de existencia, la Policía Fiscal de Santiago contó con un Orfeón que actuó en forma permanente desde 1921. En 1929 será transformado en el Orfeón Nacional de Carabineros. Del mismo modo, la Policía tenía una revista: Ilustración Policial, que más adelante se convertirá en la Revista Carabineros de Chile.
El 27 de abril de 1927 este estamento se transformó en pilar fundamental de la nueva Institución, que nacía producto de su fusión con el Cuerpo de Carabineros del Ejército, Carabineros de Chile. A ella aportó su experiencia en el servicio de orden y seguridad en las ciudades, un servicio de investigaciones y otro de identificación.