Serenos: cuerpo policial nocturno abocado a tareas de seguridad y prevención

Dentro de las instituciones policiales que anteceden a Carabineros de Chile, quizás la más conocida sea el Cuerpo de Celadores Nocturnos, llamados popularmente serenos, nacidos en España durante la segunda mitad del siglo XVIII y extendidos por todas las colonias de ultramar en esa época. En Chile se reconoce como su fecha de creación el 5 de septiembre de 1780, debido a un sistema de rondas nocturnas implementadas por Tomás Álvarez de Acevedo, quien asumió como gobernador interino cuando Agustín de Jáuregui fue designado Virrey del Perú. Éstos fueron citadas por Benjamín Vicuña Mackenna en Historia crítica y social de la ciudad de Santiago, sin embargo, investigaciones recientes concluyen que su implementación correspondería a no antes del 30 de junio de 1822, cuando Bernardo O’Higgins despachó un reglamento de 44 artículos que estableció y reguló el servicio por los siguientes 20 años.
La organización instaurada por Álvarez de Acevedo constituyó un avance importante en materia de seguridad para la población. La misión de estos celadores era rondar durante la noche por los barrios más centrales y las calles en que existían tiendas de comercio, de manera permanente y regular. Debían anunciar en alta voz con intervalos periódicos la hora y el estado del tiempo, lo que hacían invocando previamente un pregón religioso: “¡Ave María Purísima! Las diez han dado y sereno”, o la hora y el clima que fuesen. En tanto, como nacieron en primavera y el clima no tenía grandes variaciones el pueblo les dio el nombre de “serenos”.
Ahora, para que aquella vigilancia nocturna fuera efectiva, el Gobernador ordenó que el corregidor le informara a primera hora las novedades suscitadas durante la ronda nocturna. Por su parte, el rigor que éste puso trajo excelentes resultados, lo que fue gratamente reconocido por los vecinos.
Tras el proceso de Independencia y bajo el gobierno el Director Supremo Bernardo O’Higgins se dio gran importancia a la vigilancia y seguridad pública, reorganizando el Cuerpo de Serenos a través de un reglamento de 44 artículos, emanado el 22 de junio de 1822, el cual deja en claro sus atribuciones y responsabilidades. De esa manera quedó establecida la planta en 80 hombres, más cinco cabos. La normativa legal también instauró un sostenimiento pecuniario por parte de los vecinos, con el fin de garantizar el sueldo de éstos.
Sin embargo, no sólo les correspondía custodiar las calles, además tenían que revisar las puertas de tiendas y casas para cerciorarse de que estuvieran cerradas; ir en busca de confesor, médico, o quien fuera requerido por la población, entre otras tareas. Para llevar adelante estos propósitos las calles no debían ser abandonadas, por ello, al llegar al límite de su sector, debían coordinar con el sereno colindante.
Si se mostraban negligentes podían ser sancionados según la gravedad de la falta y la reincidencia de la misma. Los castigos variaban desde tres días de arresto, por el incumplimiento menos grave como ser sorprendido durmiendo, hasta la expulsión del cuerpo si la falta se repetía.
Los serenos se extendieron a otras ciudades de Chile, existiendo antecedentes de éstos en Copiapó, La Serena, Valparaíso y Concepción durante la década de 1830. Para el año 1833 la eficacia del Cuerpo de Serenos seguía vigente, en tanto, la delincuencia había disminuido bastante, lo que en parte se debió a la instauración del Cuerpo de Vigilantes de Policía, para velar por la seguridad y el orden durante el día.
Sin embargo, esta gestión se vio en peligro, porque eran los vecinos quienes debían contribuir para que se les pudiera cancelar el sueldo, cosa que no siempre hacían; por lo tanto, los atrasos se transformaron en constante. Más tarde se estableció el Reglamento del Cuerpo de Serenos para la ciudad de Santiago, compuesto por 88 artículos introduciendo significativas modificaciones a lo hecho por O’Higgins. La regulación precisaba que su finalidad era velar durante la noche por la conservación del orden, la tranquilidad pública y por la seguridad de las personas y sus propiedades. Además, se fijó su dotación en 140 hombres de a pie y a caballo y un equipamiento compuesto de sable, pistola, sombrero de hule y capa de lana.
La década de 1840 marca la consolidación de ellos como parte del paisaje urbano de la ciudad, surgiendo la idea de replicarlos para los servicios diurnos. Sin embargo, la falta de recursos económicos persistía. En 1846 se realizó un experimento en Valparaíso que será la tónica de lo que ocurrirá más adelante en el país: serenos o policía nocturna, se fusionaron con vigilantes o policía diurna, es decir una policía urbana única de funcionamiento continuo, capaz de ejecutar las tareas de ambos.
En Santiago su disolución se decretó el 27 de diciembre de 1850 con el fin de conformar la Brigada de Policía, la cual nace de la anexión de éstos con los Vigilantes de Policía. En tanto, ésta fue la tendencia en todo el país, donde persistió por bastante más tiempo el término de “sereno” para llamar al policía.