Artes Plásticas

La Generación del Veintiocho estaba compuesta por un grupo de artistas que participó en el Salón Oficial de 1928, entre los que se encontraban Heminia Arrate, Héctor Banderas, Ana Cortés, Gustavo Carrasco, Jorge Caballero, Héctor Cáceres, Marco A. Bontá, Hernán Gazmuri, Inés Puyó y María Tupper. La muestra provocó gran controversia en la época y encendidos comentarios de los partidarios de la pintura oficial, quienes expresaron su rechazo a esta nueva propuesta plástica, desarrollada al alero de influjos cubistas, a través de la figura de Picasso y de algunos artistas modernos europeos como Cezanne, Gauguin y Matisse entre otros.
La Sociedad Nacional de Bellas Artes, a través de su publicación Revista Ilustrada, se refirió en duros términos al Salón, expresando que “se viene falseando la importancia del Salón, que fuera un torneo, para convertirse en un asilo de indigencia intelectual; …”. Ante este radical ataque, Armando Donoso, ex-jefe del Departamento de Enseñanza Artística del Ministerio de Instrucción Pública, escribió en octubre de 1928 en el diario Los Tiempos: “Estimo que la calidad de este Salón puede deducirse del furor con que lo comienzan a atacar: es un Salón joven, lo cual vale decir nuevo y original, y ello tiene que provocar el eterno misoneísmo de 1os viejos. …de 1os que nunca han podido tolerar que nadie piense o sienta de manera distinta de cómo han pensado los más” (Ivelic, pág.219).
El Salón de 1928
marca el punto de máxima tensión entre los partidarios de una visión clásica y
naturalista del arte, sustentada en ideas del pasado y aquellos que buscaban
“nuevas conquistas plásticas”.
Como consecuencia
de esta controversia, el gobierno del Presidente Carlos Ibáñez del Campo
(1927-1931) cerró la Escuela de Bellas, mediante el decreto Nº 6.140 del
Ministerio de Instrucción Pública, en el que se establecía exclusivamente el
funcionamiento de los cursos de dibujo, además se disponía seleccionar y enviar
becados a Europa a 26 artistas (estudiantes y profesores) para perfeccionarse,
de acuerdo a lo expresado en el decreto, en: “Centros de máxima cultura, con el
propósito de que, a su vuelta, creen el ambiente indispensable y apliquen y
transmitan con éxito sus conocimientos en la Escuela de Artes Aplicadas y demás
establecimientos educacionales“. El grupo de becados estaba conformado por: Tótila
Albert, Jorge Madge, Julio Ortiz de Zárate, Camilo Mori,
Isaías Cabezón, Emilia Ladrón de Guevara, Julio Vásquez, Luis Vargas Rosas, Óscar
Millán, Graciela Aranís, Héctor Banderas, Gustavo Carrasco, María Valencia,
René Meza, Héctor Cáceres, Teresa Miranda, Laura Rodriguéz, Armando Lira, Laureano Guevara, Abelardo Bustamante, Roberto
Humeres, Ignacio del Pedregal, Inés Puyó, Augusto Eguiluz, Marcial Lama y
Rafael Alberto López.
Los pintores del Salón de 1928 llevaron adelante e hicieron propia
la autonomía del lenguaje plástico, que el Grupo Montparnasse
había anunciado unos años antes. Ellos protagonizaron una renovación en
el arte chileno, apartándose del esquema académico, que aún persistía en
algunos artistas nacionales del periodo. Desde el punto de vista plástico, esta
generación se alejó de la representación naturalista y del objeto como
referente, creando una nueva dinámica figurativa y asignando un mayor
protagonismo a los medios de expresión.